domingo, 14 de febrero de 2010

Litio boliviano: promesas y desafios




Reducir la dependencia del petróleo y controlar los niveles de contaminación son dos de los grandes desafíos para el planeta. El 60% de las emisiones mundiales de CO2 provienen de combustibles fósiles líquidos, donde el transporte, con un cuarto de esta parte, consume la mitad de la producción mundial de petróleo. En este contexto, la industria mundial del automóvil, apuesta por la producción en serie de modelos híbridos y eléctricos, donde el mayor desarrollo tecnológico recae en las baterías, con el litio como componente clave.

Con datos actualizados al mes de enero 2010, con nuevas estimaciones tanto de los gobiernos como de las industrias Argentinas, Australianas y Chilenas, la U.S. Geological Survey, Mineral Commodity Summaries (pdf, 85Kb) se calculan en 25,5 millones de toneladas las reservas mundiales de litio, de las cuales 9 millones corresponden a Bolivia y 7,5 a Chile, declarándolas las mayores reservas del mundo. Adicionalmente, el gobierno boliviano anunció hace algunos días (Los Tiempos), que gracias a los sondeos que se han llevado a cabo hasta ahora, se puede afirmar que el salar de Uyuni posee al menos entre 18 y 20 millones de toneladas de litio, hasta aquí todos buenos augurios para nuestro país.

La otra cara de la moneda son los complejos obstáculos del proyecto del litio para Bolivia. Nótese que se utiliza la frase “proyecto del litio”, y no las palabras explotación, producción ni industrialización, que dejamos a reflexión del lector.

El área del proyecto, el salar de Uyuni, se encuentra a una altura nada despreciable de 3.700 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas gélidas y fuertes vientos, cuenta con precarias vías de comunicación, incluida la vía férrea La Paz-Antofagasta que pasa justo al lado del salar. Curiosamente Antofagasta es la región de Chile que abarca al salar de Atacama, actualmente el mayor productor de carbonato de litio del mundo, donde la concentración de litio es 4 veces más alta que en nuestro salar (Red Bolivia), muy aparte de la enorme ventaja logística de su localización geográfica próxima a la costa.

¿Cuál es verdaderamente el interés de Bolivia en su proyecto en Uyuni?. Hace ya algunos meses, cuando empezaba esta reflexión (Los Tiempos), mencionaba el síndrome holandés y la repartición justa de las regalías de este proyecto. Con un poco de retorno de parte de algunos profesionales con relaciones en la Escuela de Minas de Paris, notoriamente me comía la torta antes de hornearla. Se tratará de clarificar este punto con un simple cálculo: la producción total mundial de litio en 2008 fue de 25.400 toneladas (sin que Bolivia aporte un gramo), con un precio estimado en el mercado de US$ 5.500 por tonelada para ese mismo año, haciendo un total de 140 millones de dólares. Con esto se pagan los costos de producción y sobre el remanente se cumple con los impuestos y regalías de cada país productor, suma de recaudación impositiva sin mucho impacto para ninguna arca estatal. Por otra parte, las previsiones aceptadas muestran una demanda mundial de 53.000 toneladas de litio en el año 2020 y se esperará que el precio se incremente. Para ese entonces seguramente se habrá ampliado la capacidad de producción de las minas existentes y se habrán desarrollado otras nuevas. Toyota, el constructor de automóviles más grande del mundo, aseguró su provisión de litio con un proyecto minero en Argentina (Reuters). ¿Estamos realmente en ventaja solo por tener las mayores reservas del mundo?. ¿El mercado mundial tendrá abastecimiento de litio con o sin explotación del salar de Uyuni en Bolivia?. ¿Cuánto tiempo durará la hegemonía del litio hasta que se logre una ruptura tecnológica en las baterías que acabe con su principal demanda? ¿Cómo una pequeña economía como la nuestra puede resolver el dilema de tener o no un socio industrial gigante para ganar tiempo y compartir riesgos, hacer frente al mercado ávido de litio pero con una fuerte y bien desarrollada competencia ya establecida y sobre todo, de donde se conseguirán los fondos y la tecnología necesaria sin poner en riesgo nuestra soberanía? El debate mismo.

Citando literalmente la reflexión de un profesional consultado en Francia “(…) el estado boliviano a comprendido bien que solo la industrialización en el principio de la cadena de valor del litio permitirá un valor agregado significativo. ¿Hasta donde será posible para el estado boliviano industrializar el litio? ¿Hasta las baterías?, hasta ahí podríamos sorprendernos, ¿hasta la construcción de vehículos?, ahí las limitaciones se vuelven inmensas, y esto es un eufemismo”.

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